Durante el embarazo o al
momento de nacer el bebé, muchas mamás y papás se plantean la posibilidad de
“portear” a su bebé. Ya sea que se utilice un fular o una mochila
portabebé, esta técnica facilita la movilidad con el bebé y favorece el
acompasar la maternidad/paternidad con otras actividades, siendo además un
hermoso modo de conexión y vinculación.
Existen
grandes beneficios tanto físicos como emocionales, por los cuales los pediatras
recomiendan el porteo:
- Menos riesgo de plagiocefalia (aplastamiento del cráneo) ya que pasar menos tiempo apoyando su cabeza sobre la misma zona.
- El roce que se produce durante el porteo, constituye una estimulación constante de los reflejos de pies y manos lo que favorece la maduración del sistema nervioso.
- La verticalidad y el movimiento o balanceo estimula el sistema vestibular y, en general, todo el sistema nervioso del bebé.
- Al estar el bebé tranquilo, hay menor secreción de hormonas de estrés (cortisol), lo que refuerza el sistema inmunológico. Consecuentemente, esto favorece el crecimiento y ganancia de peso.
- El contacto que se
establece durante el porteo facilita un patrón de apego saludable.
- Favorece la socialización ya que posibilita que el bebé descubra el mundo que lo rodea con todos sus sentidos y desde la calma que da tener a su cuidador muy cerca.
- Por el constante movimiento durante el porteo y el suave masaje que el vientre del bebé recibe de quien lo portea, se mejora la digestión y el bebé sufre menor cantidad de cólicos. También, por la postura erguida, disminuyen los gases y el reflujo.
- La postura ergonómica favorece el buen desarrollo locomotor de espalda y cadera. Ayuda incluso a corregir ligeras displasias, o alteraciones del desarrollo de la cadera.
Para que esta
técnica sea segura y pueda aportar todos estos beneficios, el portabebé utilizado debe ser ergonómico, es decir, debe respetar la fisiología y
fisionomía del bebé; por ello te brindamos las siguientes recomendaciones:
Colocar al bebé en
posición vertical, mirando hacia quien portea, con su pancita en contacto con
el cuerpo del porteador. Tiene que estar con las piernas abiertas a 90º,
favoreciendo la posición de ranita para rodear al porteador. Las rodillas
deberán estar más altas que la colita del bebé, de esta forma las fuerzas en la
articulación de la cadera son mínimas. Además, la espalda del bebé debe estar
erguida y el portabebé debe estar bien tenso, dando apoyo a todos los puntos de
su espalda. Otro aspecto a observar es la posición de la cabeza, tiene que ir
suavemente sujeta contra el cuerpo del adulto, con la pera separada del pecho del
porteador para evitar riesgo de asfixia. La cara del bebé siempre tiene que
estar visible.
Demostrado que el porteo ergonómico es seguro y muy beneficioso
tanto para el bebé como para el porteador, debemos recordar que no hay un
portabebé único y perfecto sino que vamos a elegir aquel que permita la
comodidad del bebé y del porteador y cubra los requisitos de seguridad
recomendados para llevar a delante esta práctica de manera adecuada.
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