Si bien fue
originalmente el antropólogo Tylor quien en
1865 acuñó el término couvade para
los “rituales de paternidad” observados en las comunidades primitivas,
recién en 1965, los psiquiatras Trethowan y Conlon denominaron y caracterizaron
el Síndrome de Couvade (del francés couver: incubar, criar) como un conjunto de síntomas
experimentados por el futuro papá que comienzan en el embarazo de su pareja y
desaparecen luego del parto. Es así, como se mencionó en la nota anterior
sobre esta temática, que desde hace ya algunos años se viene prestando mayor
atención a cómo los padres transitan la
espera de un hijo.
Diversas investigaciones han estudiado dicho
síndrome evidenciando que se manifiesta con la aparición de síntomas
fisiológicos y psicológicos, pero sin base patológica, que suelen ser propios
de la mujer gestante. Al no tener los hombres la percepción física del bebé y no sentir los cambios
físicos resultantes del embarazo, su experiencia
es diferente pero pudiendo desarrollar síntomas similares.
Durante años, las
adaptaciones psicológicas que los hombres transitan durante el embarazo, el
parto y en relación con la crianza de los hijos fueron descuidados. Sin
embargo, hoy se señala que tales adaptaciones son tan importantes como las
experimentadas por las mujeres. El embarazo afecta a toda la familia y, por ende,
los profesionales de salud deberían considerar también las necesidades físicas
y psicológicas específicas de los futuros padres, estando orientadas las
intervenciones a abordar las dudas, los sentimientos y las experiencias de los
hombres durante la etapa de embarazo.
Entre los síntomas presentes se mencionó el aumento
de apetito, la ganancia de peso, los antojos, el rechazo de ciertos alimentos,
las nauseas y los vómitos, los mareos, las dificultades para dormir, el dolor
en diferentes partes del cuerpo, los calambres, la ansiedad, los cambios en el
estado de ánimo, etc.
¿Qué
hacer para paliar estos síntomas considerando su implicancia emocional?
El
Síndrome de Couvade no se considera una enfermedad y por lo tanto no hay un
tratamiento específico. Sin embargo, es posible paliar los posibles síntomas
siguiendo algunas sugerencias:
· Involucrarse
desde el inicio del embarazo en lo concerniente al mismo, acompañando a los
controles, asistiendo a la preparación prenatal, informándose sobre los cambios
a lo largo del mismo y sobre el rol de padre, etc.
· Expresar las
emociones y las preocupaciones que se van sintiendo. La comunicación en pareja
es esencial.
· Vincularse con
el bebé: tocar la panza, hablarle, observa los movimientos, etc.
· Hablar de la
organización luego de que nazca el bebé, abordando lo concerniente a su
cuidado, tiempos de trabajo, cuestiones económicas, etc.
La presencia de indicadores del
Síndrome de Couvade entre los futuros padres evidencia la complejidad inherente
a la transición a la paternidad así como la importancia de conocer sus
experiencias y sentimientos durante la espera de un hijo para poder
acompañarlos en esta etapa, lo que beneficiaría
la salud masculina, la relación de pareja y, especialmente, la relación
padre-bebé.
Cecilia D’Angelo
Lic. en Psicología
M.P. 4933
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