lunes, 18 de julio de 2016

LACTANCIA MATERNA Y APEGO SEGURO: El secreto de los niños sanos


Es común escuchar a los padres recientes decir que lo que desean para sus hijos es que “crezcan sanitos”. Pero… ¿qué factores son responsables de la salud de nuestros niños?.
Los resultados de las investigaciones han demostrado la importancia fundamental que tiene dos factores en el logro de la salud física, emocional e intelectual de los niños: el apego y la lactancia materna exclusiva y prolongada; aspectos que a su vez se encuentran relacionados entre sí.
Hoy se sabe que el vínculo afectivo que se establece entre un niño y el adulto responsable de su cuidado contribuye a la supervivencia de ese ser indefenso. ¿Cómo se establece dicho vínculo?

Desde el momento del nacimiento, el niño cuenta con un “repertorio de conductas” que le posibilitan la comunicación de sus diferentes estados (hambre, sueño, etc.); ejemplo de ello es el llanto. También lo son las sonrisas, los balbuceos, las conductas de aproximación hacia la madre y otras que se irán incorporando con posterioridad.

Estos recursos le permitirán al recién nacido mantener “próximo” al adulto que se encarga de su cuidado. Pero ésto sólo no alcanza para que se establezca ese lazo invisible de unión entre madre e hijo que posibilitará la añorada salud del pequeño. En contrapartida, hace falta un adulto dispuesto a cumplir con sus funciones parentales en forma responsable, es decir, una mamá dispuesta a satisfacer las necesidades de su bebé y en el mismo acto transmitirle la seguridad de su presencia para cuando él la necesite.
Es que la salud, como bien dice la Organización Mundial de la Salud, no es sólo la ausencia de enfermedad sino el “completo estado de bienestar físico, mental y social” (OMS, 1948). Y aquí es donde la lactancia materna juega un papel fundamental, ya que más allá de satisfacer la necesidad biológica de la alimentación y de implicar múltiples beneficios que repercuten en la salud física del niño, se constituye en una herramienta que fomenta el vínculo de apego seguro, aquel que posibilita el desarrollo emocional, social e intelectual de un niño.

La lactancia materna es el momento de encuentro, comunicación y unión entre ambos. Es durante el amamantamiento cuando el bebé se encuentra pegadito al cuerpo de su madre, donde se produce el contacto piel con piel y el recién nacido puede escuchar su corazón latir, percibir su olor particular, escuchar su voz bien cerquita y hasta visualizar su rostro. Todo un conjunto de experiencias que le permitirán, hoy, sentirse “seguro”. Y mañana, cuando crezca, alejarse y explorar el mundo con la tranquilidad de saber que siempre habrá alguien que cuidará de él.

Como bien dice el dicho…”AMAmantar es amar”.

Lic. Cecilia D’Angelo
Lic. en Psicología.
MP 4933




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domingo, 3 de julio de 2016

Leche materna ¿Se producen cambios en su composición nutricional?




Durante el primer año en la vida del  bebé  se observa un crecimiento acelerado, tan es así, que en promedio los bebés triplican su peso de nacimiento y aumentan su talla en un 50%. Teniendo en cuenta estos datos, podemos decir que nos encontramos frente a una etapa que requiere un aporte adecuado y suficiente tanto de energía como de  nutrientes que permitan satisfacer las necesidades para tal demanda.
La leche materna es el alimento por excelencia que permite cubrir la totalidad de necesidades de calorías y nutrientes fundamentales que el bebé requiere durante los primeros 6 meses de vida  de manera exclusiva y hasta los dos años                                                complementándola con otros alimentos.

Cada mamá produce la cantidad y calidad de leche que su bebé necesita. Se conoce que la leche materna se modifica en su composición a medida que van pasando los primeros días de nacido el bebé, y también modifica la composición durante cada mamada.

Durante los primeros 3-4 días después del nacimiento,  la mamá  produce  una primera leche llamada calostro. Tiene aspecto amarillento y espeso,  contiene más proteínas, anticuerpos (especialmente beneficioso para proteger al bebé de infecciones), sales minerales y menos grasas que la leche definitiva. Su volumen alcanza unos 2 a 20 mililitros por toma y es suficiente para satisfacer las necesidades del recién nacido.
Entre los días 4 y 10-15 pos nacimiento se produce la leche de transición, el calostro comienza a modificar su composición y tomar un aspecto más blanquecino. Paulatinamente se aumenta también el volumen producido, alcanzando los 300 y 500 mililitros.
A partir de la segunda semana el bebé toma leche madura, que le aporta al recién nacido más energía, grasa, lactosa (azúcar de la leche) y menos proteínas que el calostro, además de la dosis necesaria de vitaminas, minerales y anticuerpos. Su volumen alcanza los 700-900 mililitros, dependiendo de las necesidades de cada recién nacido.

Es interesante conocer, que una vez alcanzada la leche madura, la composición también se modifica durante cada mamada.  Al inicio de cada toma, la leche del comienzo se observa “liviana”,  presenta una apariencia más “azulada” y se produce en mayor cantidad lo que  permite calmar la sed del bebé.  Mas tardíamente se produce la leche del final, su aspecto es más “denso” y de color blanco intenso, es más rica en grasas aportando una gran cantidad de calorías.
 Por esta razón es importante esperar que el recién nacido se sienta saciado antes de retirarlo del pecho  y esperar que él solo lo haga de manera espontánea, para cubrir tanto sus requerimientos hídricos en la primera etapa de la mamada, como los energéticos en la segunda, garantizando también el aporte de todos los demás nutrientes.

Conocer, entre otras cosas,  las diferencias  en la composición y volumen de la leche materna que se suceden durante la etapa de amamantamiento nos brinda conocimientos y herramientas para evacuar dudas y favorece un establecimiento exitoso de la lactancia materna.



                                                                     Ma Eugenia Eppens
 Lic. en Nutrición
MP 1409


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