En
algunas ocasiones nos sucede que, llegando a la etapa final del embarazo, nuestro
médico nos recomienda “inducir” el trabajo de parto, situación que nos suele provocar
miedos, inseguridad e inquietudes sobre su causa, los métodos a utilizar, los
riesgos que puede implicar…
La inducción al
parto es una intervención para iniciar artificialmente las
contracciones uterinas con la finalidad de producir el borramiento y la
dilatación del cuello uterino y terminar en el nacimiento.
Como
cualquier intervención médica puede tener efectos indeseables, por eso es
importante que se realice bajo indicaciones precisas, considerando el momento y
el método a utilizar, y siempre que la vía vaginal sea la más apropiada para el
nacimiento.
¿Cuáles son sus indicaciones?
Existen
muchas indicaciones de inducción, entre ellas se mencionan:
-Probable
retardo de crecimiento intrauterino, que compromete el bienestar del bebé.
-Rotura
prematura de membranas a término: reduce el tiempo que transcurre hasta el
nacimiento, además que puede disminuir el riesgo de infecciones asociadas.
-Otras
complicaciones del embarazo como colestasis intrahepática, corioamnionitis, hipertensión
y preeclampsia, diabetes materna: siempre acorde a la gravedad del caso.
-Bebé
fallecido: en esta circunstancia tan dolorosa, se le debe ofrecer a las
embarazadas tanto la opción de inducción como el manejo expectante o la
posibilidad de cesárea.
¿Cuándo NO inducir?
En
general, las contraindicaciones para la inducción del parto son las mismas que
para el parto espontáneo y el parto vaginal, entre ellas se encuentran:
- Ausencia de indicación materna o fetal- Desproporción pélvico fetal
-Gestación múltiple, dependiendo de la presentación de ambos bebés
- Cesárea anterior
- Placenta previa oclusiva total
- Insuficiencia placentaria severa
- Situación transversa
- Conveniencia del médico.
¿Qué métodos existen actualmente para realizar una inducción del parto?
Actualmente
existen varios métodos disponibles, la elección de cuál es el adecuado depende
principalmente de la condición del cuello uterino al momento del examen
obstétrico, de los antecedentes y signos vitales de la embarazada, del bebé y
de la dinámica de contracciones que presente.
-Prostaglandinas:
ayudan a que el cuello uterino se reblandezca y distienda, además de que
estimulan la contractilidad uterina. Actualmente, se utilizan dos tipos de
prostaglandinas, el misoprostol, que puede aplicarse vaginal o por vía oral y
la dinoprostona (en nuestro país, existe un dispositivo vaginal), que es el método
de elección en pacientes con alto riesgo de hiperestimulación uterina.
-Oxitocina genera contracciones uterinas regulares. Su
forma de administración es endovenosa, con un inicio de acción inmediato.
-Métodos
mecánicos (sonda Foley): resultan poco prácticos, pueden provocar riesgo de
sangrado y rotura accidental de la bolsa.
-Rotura artificial de membranas o amniotomía: poco usada, se requiere una dilatación de 4 cm
o más. Una vez provocada la ruptura de la bolsa, hay que aguardar el inicio
espontáneo de las contracciones uterinas o esperar al menos entre 2 a 4 horas
para iniciar oxitocina.
La inducción del trabajo de parto tiene
indicaciones y limitaciones bien establecidas, pero debe evaluarse siempre los
riesgos y beneficios de su práctica. Cada método de inducción tiene ventajas y
desventajas, no hay uno superior a otro, debiendo realizarse su elección acorde
a la situación clínica de la embarazada y el bebé.
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