Son muy frecuentes las consultas relacionadas con la “normalidad del sueño” o los “trastornos del sueño”, situaciones que muchas veces son vividas por la familia con incertidumbre y angustia. Para poder acompañar adecuadamente las diferentes etapas del sueño del bebé, es importante comprender que el mismo va fuertemente ligado a sus necesidades (alimentación, mantener alerta a su cuidador, maduración, aprendizajes, etc.)
A medida que los
niños crecen, las características del sueño se van modificando no sólo en su
duración, sino también en cómo se organiza (siestas diurnas y duración de sueño
nocturno) y en la capacidad de ir agregando fases sucesivas de sueño.
Desde la vida intrauterina se alternan dos estados del sueño: sueño No REM (de ondas lentas), en el cual prima el sueño profundo y el descanso físicamente reparador; y el sueño REM (movimientos oculares rápidos), en el que predomina el sueño superficial y el aprendizaje. Las duraciones de estos ciclos de sueño son más cortos en bebés y niños que en los adultos y se acompañan de microdespertares que, a medida que crecemos, vamos aprendiendo a autorregular.
- Establecer una rutina antes de ir a dormir: luces bajas, música suave, un baño relajante, la lectura de un cuento: algo que le permita al niño ir asociando ese estímulo con la hora de ir a la cama.
- Acostarse y levantarse todos los días, aproximadamente, a la misma hora.
- Adaptar las siestas a su edad y necesidades de desarrollo.
- Mantener condiciones ambientales adecuadas para dormir (temperatura, ventilación, ruidos, luz)
- Durante el primer año de vida, respetar las recomendaciones para la prevención de muerte súbita.
- Evitar actividades estresantes y el uso de pantallas (TV, ordenador, móvil) en las horas previas a acostarse.
D`Angelo, Eliana
Esp. en Med Gral y de Flia
MP 32569
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